jueves, 10 de marzo de 2011

Cambios en el cuerpo de la mujer durante el embarazo.





A medida que transcurre el embarazo se van produciendo cambios importantes en el cuerpo de la madre, algunos muy visibles, otros menos. Estas transformaciones anatómicas, químicas y fisiológicas sirven para proporcionar al futuro hijo los elementos indispensables para su desarrollo.



Además de aumentar de peso, las modificaciones más espectaculares que experimenta el cuerpo de la futura madre son el cambio del tamaño del útero y de los senos. Sin embargo, también se registran algunos cambios más discretos en los sistema circulatorio, respiratorio, urinario y digestivo.

El útero empieza a crecer desde el principio mismo del embarazo. Tiene mucho camino por recorrer, ya que en apenas nueve meses, su tamaño tiene que aumentar de 6,5 cm a 32-33 cm, su peso pasar de unos 50 o 60 g a más de 1 kg; , y su capacidad, de 2 o 3 mililitros a 4 o 5 litros.

Desde fuera, sólo notarás los cambios a partir del cuarto o quinto mes del embarazo, cuando tu vientre comience a hincharse considerablemente, pero, con sólo un mes o mes y medio, el médico ya podrá, mediante la palpación, apreciar la transformación del útero: de la inicial forma triangular ha pasado a sr redondo, se ha flexibilizado y ya ha alcanzado el tamaño de una naranja.

Esta evolución proseguirá a lo largo de los meses. Los órganos como el estomago, los intestinos y la vesícula se irán adaptando, mientras que la pared del vientre, elástica, se distenderá poco a poco. La figura también cambiará y puede que el tronco se arquee, tirando hacia atrás los hombros para compensar el peso del abdomen

Los pechos también empiezan a hincharse y a aumentar de peso desde los primeros meses. Este desarrollo se acompaña a veces de picores y punzadas. Al cabo de unas pocas semanas los pezones sobresalen, la areola se oscurece, se abomba y aparecen pequeños bultos (los llamados tubérculos de Montgomery).

Las venas de los pechos, que suelen estar muy irrigados durante el embarazo, se hacen más visibles. En algunas ocasiones, a partir del cuarto mes, rezuma de los pezones un liquido amarillento y viscoso: se trata del calostro. Si tienes pensado dar de mamar al bebé cuando nazca, el calostro constituirá el primer alimento del bebé después del parto, ya que es rico en albúmina y vitaminas y la auténtica leche no aparece hasta tres o cuatro días después del nacimiento.

Si eres una de las mujeres que no notas ningún cambio significativo en el tamaño de tus pechos durante el embarazo, no te preocupes. Esto no tiene nada que ver con tu capacidad para tener un buen embarazo o para dar de mamar a tu futuro bebé

La sangre

Durante la gestación, todos los vasos sanguíneos se dilatan y el volumen de sangre materna aumenta en un litro y medio aproximadamente: pasa de 4 a 5 o 6 litros. Los glóbulos rojos quedan así disueltos en una mayor cantidad de plasma -parte liquida de la sangre. Como las necesidades de hierro aumentan, para prevenir una anemia por carencia de este elemento, se prescribe a la futura madre un suplemento durante el curso del embarazo.

Las venas

El crecimiento del útero dificulta a veces el retorno de la sangre desde los miembros inferiores hacia el corazón; las piernas tienen tendencia a hincharse y existe riesgo de aparición de varices. Si la vena cava inferior, que devuelve la sangre al corazón, queda comprimida por el útero, se pueden sufrir molestias, especialmente cuando se está acostada sobre la espalda. Para evitarlas, basta con desbloquear dicha vena: lo mejor es acostarse sobre el costado izquierdo, ya que la vena cava inferior pasa a la derecha del útero.

El pulso

La frecuencia cardiaca se acelera entre 10 y 15 latidos por minuto, incluso durante el sueño, y algo más en caso de que sean gemelos. Suele oscilar entre 60 y 90 latidos por minuto. El gasto cardiaco aumenta en un 30 0 un 50% desde el final del primer trimestre hasta el final del embarazo. El corazón late más deprisa porque tiene que bombear más sangre y todo el sistema cardiovascular se adapta a los esfuerzos adicionales que inevitablemente hay que realizar durante el embarazo.

La tensión arterial

La tensión arterial baja ligeramente durante los dos primeros trimestres del embarazo porque los vasos sanguíneos están dilatados. Al acercarse el final del mismo, la tensión vuelve a sus valores anteriores (de antes del embarazo), pero no debe sobrepasar el valor 14/9.

A lo largo del embarazo es posible que notes que te cambia ligeramente el tono de la voz o que tienes ciertas dificultades para respirar por la nariz. Es normal. Las modificaciones hormonales debidas al embarazo a veces provocan una congestión pasajera de la mucosa de la laringe, la tráquea y los bronquios.

Además, durante la última parte del embarazo, disminuyen el tono y la actividad de los músculos abdominales. El útero ha ido empujando poco a poco hacia arriba el músculo esencial de la respiración, el diafragma, lo que reduce sus movimientos; la respiración pasa a ser alta o torácica.

Por otra parte, la madre también respira por su bebé, cuyos pulmones no funcionarán hasta el parto; en cada inspiración, hay que obtener entre un 10 y un 15% de aire más de lo normal sin acelerar la respiración. Esta hiperventilación tiene, además, la ventaja de beneficiar al feto ya que hace bajar la presión de dióxido de carbono.



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El crecimiento del útero, impulsado por el crecimiento de tu bebé, es la transformación fundamental que provoca el resto de cambios en la mujer embarazada. Al ir aumentando de tamaño, el resto de órganos tienen que comprimirse para dejar espacio suficiente al feto, al líquido amniótico y a la placenta. Sin embargo, en el caso del sistema digestivo, es el efecto de las hormonas lo que más perturba su funcionamiento y el que normalmente provoca ciertas molestias.

Boca

La secreción de saliva aumenta repentinamente al principio del embarazo. Las encías se vuelven más sensibles y sangran durante el cepillado. Los complementos de calcio, fósforo o flúor, que recomiendan algunos médicos de forma preventiva durante el embarazo, no protegen contra las caries dentales, que son, al parecer más frecuentes durante este periodo.

Por ello, hay que limitar el consumo de azúcar y seguir cepillándose los dientes tres veces al día después de las comidas. Es conveniente visitar con regularidad al dentista para que detecte y trate las caries durante la gestación. Si fuese necesario, se pueden efectuar radiografías dentales con ciertas precauciones. Recuerda que tener una buena dentadura garantiza una mejor digestión.

Esófago – estómago

Alrededor del cuarto mes de embarazo puede aparecer una sensación de ardor que surge del estómago y sube por el esófago hasta la garganta. Se trata de la pirosis, fenómeno que persistirá hasta el parto y que muchas veces se agrava cuando se está acostada. Se debe a un mal funcionamiento momentáneo del sistema que impide que los alimentos ingeridos retornen y vuelvan a subir.

Bajo la influencia de una hormona especialmente activa durante el embarazo, la progesterona, el estómago se vuelve más perezoso, menos tónico, y esto provoca a veces las náuseas que suelen tener algunas mujeres embarazadas. Los alimentos están más tiempo en el estómago, que se vacía con mayor lentitud; de ahí esa sensación inmediata de estar llena cuando se come.

Los intestinos

Al igual que el estómago y la vesícula biliar, los intestinos se distienden por efecto de la progesterona. El transito digestivo se ralentiza y puede generar una tendencia al estreñimiento que se puede combatir con una alimentación adaptada. Este inconveniente puede, no obstante, tener un aspecto positivo: la lentitud de la digestión favorece la absorción por parte del organismo de los elementos nutritivos de los alimentos.

El embarazo va acompañado de complejos procesos hormonales que permiten al organismo de la embarazada adaptarse a sus nuevas necesidades. Dos hormonas son las principales causantes de estos cambios: la progesterona y los estrógenos. Producidas por los ovarios cuando la mujer está en estado y por la placenta durante el embarazo, estas hormonas son esenciales en la vida sexual y genital de la mujer.

El equilibrio entre estas hormonas permite la implantación del huevo en el útero; también son estas hormonas las que garantizan la supervivencia del feto gracias a su acción sobre los músculos lisos, como el útero, que impide las contracciones uterinas durante el embarazo. La única hormona que sólo se segrega a lo largo del embarazo es la hormona gonadotropina coriónica, que interviene en el mantenimiento del cuerpo amarillo al principio del mismo. A lo largo de la gestación, entrarán en juego otras hormonas, como la prolactina, que activa la modificación de los pechos con vistas a la lactancia, y la oxitocina, bajo cuya influencia se desencadenara el parto.

La adaptación del metabolismo

Las transformaciones químicas que, durante el embarazo, permiten al organismo satisfacer las necesidades de energía, reparar y producir nuevos tejidos y elaborar sustancias vitales no son tan espectaculares como las mencionadas más arriba. Sin embargo, son fundamentales, tanto para la madre como para el futuro bebé. La alimenticios adquiere en este punto toda su importancia porque de ella dependen las aportaciones de calcio, proteínas, hierro, vitaminas, grasas, etc., que necesita el futuro hijo para pasar de un grupo de células a convertirse en un ser humano de mas de 3 kilos en el momento del parto. El agua, la sal, los lípidos (grasas), los azúcares y las proteínas se transforman para suministrar al feto los elementos nutritivos que puede asimilar su propio metabolismo.

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